martes, 8 de abril de 2008

Por fin, la cita...

Bien, por fin he tenido mi cita con S después de un largo año. Supongo que este escrito deba tener un final. Tanta alharaca por lo que venía sucediendo estos días me obliga a hacerlo aunque ahora me parece algo estúpido, vacío y sin sentido. Es un problema cuya solución, sólo depende en parte de mí. Ahora vendrá el tiempo para tomar resoluciones.
Pues bien, podría escribir esto con un tono sarcástico, haciendo humor para quitarle hierro, no sé... Lo haré como me sale y como lo siento, no importa el estilo ni las formas. Lo que importa es el fondo de la cuestión.
En principio y para empezar, decir que me mandaron ir a las 11:00 am y no me atendieron hasta pasadas las dos, cuando les había comentado si no sería mejor que fuese a última hora para no interrumpir la agenda diaria. De todas formas me había ido preparado con la prensa del día previniendo esta posibilidad de retraso.
Por fin llegó mi turno. En resumen y como era de esperar, aunque también respecto a esto tuviese algunas dudas, las menos, mis defensas están altísimas y la carga viral negativa. Esto no es novedad. Era el dato que menos me importaba de todos cuantos me pudiesen haber hablado hoy y los únicos en los que suele centrarse la consulta. Después de tantos años, no necesito mucho del informe escrito de resultados para saber por dónde podrán ir éstos.
Antes de abrir la carpeta de mi historia, en las preguntas de cortesía usuales ya dejé claro que esta no iba a ser una cita complaciente en la cual, con educación y esperando una actitud comprensiva por parte de S, yo expusiese calmadamente cualquier incidencia o novedad arriesgándome a ser nuevamente ignorado. Decidí hacerlo sin adornos:
- ¿Qué tal, tanto tiempo sin vernos, no?, ¿qué pasó la última vez? Preguntó S a modo de introducción.
- Pues nada, que me fue imposible encontrar la cita. No podía recordar si la tenía en mano o habían quedado en enviármela por correo. La busqué en toda la casa, en cualquier lugar y no la encontré…
-
¿Pero no la tenías?
- Si, encima de la mesa del ordenador. Nunca llegué a verla. Ya te he comentado de las lagunas mentales que tengo a veces y simplemente se han ido agudizando, me ocurre tan a menudo y con cualquier cosa que ha llegado a un punto que intento que no me importe, simplemente.
- Bien, y ¿por lo demás qué, bien no?... Efectivamente, a ella tampoco pareció importarle.
- No, la verdad. Desde el infarto me siento muy cansado y el dolor en las piernas es tan insoportable a veces que prácticamente no salgo de casa.
- ¿Estás tomando la medicación para el corazón, no…?, ¿cómo... te duelen las piernas?
- Si, S. desde hace muchos años ya… ¿te acuerdas que hicimos un…
- Ah, si…Habíamos hecho un electromiograma, no?
- Si
- ¿Y qué te había dado, nada no?
- No lo sé realmente, creo que no habrá dado nada, nunca comentamos los resultados….
- Uhm bueno, pues a lo mejor es que tienes una artrosis de cadera, habría que hacer una placa…
- Pues si, no lo sé pero si creo que habría que hacer alguna prueba…Ah por cierto, ¿qué tal la ecografía del año pasado…?

- Pues mira, vamos a hacer un cambio de terapia, ¿si? Continuó sin que al parecer hubiese oído mi pregunta. Mucho mejor más simple
- Podría ser…
- Pues qué te parece si eliminamos el Sustiva y el Viread por Truvada, es una sola pastilla al día. Es que el Sustiva parece que puede producir depresión…
- Vale, ¿lo demás todo igual? Aunque S, yo no sé, no creo que esté deprimido. Lo que me deprime no es un problema vuestro, es el sistema en sí: Todo lo que yo tengo está interrelacionado, vosotros no: Mi médico de cabecera contradice al cardiólogo, él a ti y tú a ambos. Vosotros no estáis interrelacionados en vuestras opiniones, eso si me deprime.
Como respuesta bajó la mirada y permaneció en silencio. Seguidamente empezó a cubrir las órdenes de cambio de terapia para el Departamento de Farmacia, los impresos para las próximas analíticas y la solicitud para la radiografía de cadera.
- ¿Sole y la ecografía del año pasado...? Pregunté de nuevo aprovechando el silencio por si no me había oído la primera vez.
- Mira, te pongo la próxima revisión más prontito, para dentro de tres meses, para controlar cómo funciona la nueva terapia ¿vale? Nuevamente dejó mi pregunta en el aire, sin respuesta. Decidí no insistir.
Salí de allí en cuanto se cumplimentaron todos los trámites. No me importaba oir nada más de lo que me pudiesen decir. Por fin habían reconocido mi dolor en las piernas después de tantos años y sin embargo esto no me producía una sensación de alivio. Me sentía vacío. Esteban llamó para preguntar qué tal había ido la cita. No tenía demasiadas ganas de hablar y además yo iba conduciendo y él estaba en el trabajo, así que me excusé para hablar en otro momento con más calma y decidí buscar algún sitio donde comer por el centro. No tenía mucho apetito pero era la hora de comer y me servíría para hacer tiempo en regresar a casa.
Al llegar, vengo a esta pantalla, abro el blog de Héctor y puedo por fin compartir ese llanto, reprimido y en silencio, con él. Llanto de rabia e impotencia. A pesar de la distancia y la soledad en que ambos lloramos esas lágrimas, más allá de los motivos, lo entiendo y lo siento muy cerca de mí.
Gracias Héctor por ayudarme a liberar esas lágrimas



2 comentarios:

Almudena Lopez dijo...

Qué le pasa a mi Quico?
Hace que no te veo por el msn siglos. Con las ganas que tengo de que me des envidia con tus porritos.
Tú te me animas ya, es una orden autoritaria mía, así que no te me reveles. Y ponme más fotos de esas tan hermosas que sacas.
Parece bueno el cambio que te propuso tu medica en la medicación, no?
Qué es eso de andar medio tristón? Estando yo aquí. Para que estará una, yo sé que soy un poco "empanada" y "misticoide", pero hombre tú me lo cuentas mientras te haces uno de esos porrillos y yo le doy a las reservas de mis neuronas y algo se intentará, no?

Ala! muchos besos!! Amorcete. Tengo ganas de ciber verte. :-)
Dena.

aubets dijo...

Bueno, si te has quitado de encima a Sustiva creo que casi hay que felicitarte. Uno solo se da cuenta de sus efectos indeseados cuando deja de sentirlos. Llevo con ese pastillón algo más de 7 años, y hace uno que me estoy permitiendo un pequeño experimento. Agravaba mi insomnio, y como me niego a tomar fármacos para dormir decidí reducir la dosificación por el primitivo pero útil sistema de tomar dos tercios de comprimido, partiéndolo con los dientes… Confieso que a base de práctica he ido convirtiendo esos mordiscos en una herramienta de precisión, y no creo que el margen de error de mis dentelladas supere el 5 %. Lo que me llevó a esta medida tan poco ortodoxa fue una ecuación muy simple: si no llego a 60 kilos, ¿Por qué voy a tomar la misma dosificación que un tío que pese 100? ¿Sólo porque el laboratorio no ofrezca distintas formulaciones en función del peso (sin duda por razones comerciales) iba a tener que seguir poniéndome ciego de efavirenz y dando vueltas en la cama? Por supuesto fue una decisión menos loca de lo que parece, porque las concentraciones de este fármaco decrecen lentamente cuando se interrumpe (o como en mi travesura se reduce), tenía desde hace años CV indetectable y CD4 más que altos. Un año después mis analíticas continúan igual, y cualquier consulta de éstas le cuento mi experimento a la médica… Duermo mucho mejor, ¿será sugestión? ¡Suerte con Truvada, Jose!