miércoles, 26 de septiembre de 2007

Sida en El Salvador: La caja de las tempestades












Me dice en su comentario sobre el armario del vih, que acaban de diagnosticarle su condición de seropositivo, su precaria situación de salud y lo terrible que le resulta ese armario. Le contesto que intente de alguna forma buscar apoyos, bien sea a través de algún psicólogo, familiar o amigo; que intente salir de ese armario hasta donde le sea posible, con las reservas que crea pertinentes según sea su entorno y de la información que tenga éste sobre la enfermedad, la ignorancia ya se sabe, genera miedos infundados y discriminación.
Así me encuentro con este informe sobre la percepción del sida en El Salvador según datos de opinión pública de los años 2003/2006. Ofrece números terribles como que un 50% de la población opina que un seropositivo no debería tener acceso a un lugar público -contradictorio el dato al contrastarlo con los que si creen que deberían tenerlo- recuerdo que en un encuentro de gays seropositivos en Barcelona a principios de los 90s los datos de una encuesta hecha en locales de ambiente en la que la inmensa mayoría de los encuestados reconocían haber oído a otros gays un comentario despectivo hacia la enfermedad y/o sus portadores, pero nadie reconocía haberlos hecho.
Más del 50% opina que Dios ha castigado a las prostitutas y homosexuales por su forma de vida y un 66% cree que se lo buscaron por su mal comportamiento. ¿Qué pecado habrán cometido entonces los 18.000 muertos del Huracán Mitch en 1998 o los del Stan o los muertos de los dos terremotos del año 2001?
Un 80% de la población considera que un empresario tiene derecho a exigir una prueba del sida como -requisito para un trabajo, un 60% opina que los niños con sida deberían recibir educación aparte y casi un 80% que las mujeres con vih no deberían quedar embarazadas.
Por último, un 77% de la población no estaría dispuesto a compartir su casa con un amigo homosexual… No sé cuál será su orientación sexual, pero independientemente de ésta, por seguro que la vida le ha puesto un reto difícil de sobrellevar. .

El armario en el que está metido no es simplemente el armario del sida o el de pertenecer a una minoría sexual, al igual que en una siniestra matrioshka rusa, se encuentra metido en ese otro armario del mundo aún peor, ése donde los Gobiernos guardan sus vergüenzas; donde los responsables de las ayudas internacionales, en sus oficinas high-tech de algún rascacielos, guardan sus quejas sobre la poca concienciación de los Gobiernos y mientras, el “Pastor Alemán” (original alusión al Papa hecha por Jesús Vázquez) desde Roma sigue ladrando sus mensajes de abstinencia y no al condón.

El documento sobre el Plan Nacional para el vih/sida del Salvador, del 2007, se puede consultar
aquí

domingo, 23 de septiembre de 2007

La Resiliencia: Lo que no te mata te fortalece

"El éxito no se mide por los logros sino por los obstáculos que se enfrentan, los problemas constituyen una oportunidad. La vida sin problemas no existe y cuando no los hay deberíamos inventarlos".




Leyendo un artículo sobre la mediática desaparición de la niña Macann se mencionaba la alta capacidad de "resiliencia" de los padres. El término me llamó la atención pues jamás de los jamases había oído tal palabreja. Me puse a googlear a ver qué información sacaba en claro y hete ahí, que sin querer me encontré con una de esas claves de la psicología positiva que te enseñan a vivir mejor o por lo menos a superar más o menos indemne los distintos avatares que te ofrece la vida.

La Resiliencia en ingeniería, se refiere a la capacidad de un material de absorber energía antes de comenzar una deformación irreversible (1). También la ecología ha hecho uso de el término, se aplica a la capacidad de un sistema para absorber las perturbaciones sin perder características estructurales o de funcionalidad (2).


En Psicología, el término se refiere a la capacidad del ser humano a superar tragedias o períodos de dolor emocional. En los años 70, Michael Rutter, inspirado en este concepto de la física, lo asoció a una especie de "flexibilidad social adaptativa", el concepto trascendió al conductismo y fue ampliado gracias a los estudios de Boris Cyrunlik observando a sobrevivientes de campos de concentración, niños de la calle u orfelinatos. El concepto se ha extendido al mundo de la empresa e incluso existen cursos on line que nos permiten desarrollar esa capacidad en ocho horas.
Después de esta búsqueda no logro explicarme en dónde estaba metido yo en el mundo sin que este término se me hubiese cruzado antes, ¡Con las posibilidades casi mágicas que ofrece!.




viernes, 7 de septiembre de 2007

Salir del armario a los 60





Madrid, marzo de 1944, conferencia de Juan José López Ibor, el psiquiatra oficial del franquismo: "Los homosexuales deben ser tratados como gente enferma" (la foto está tomada de flickr)
El documental de la segunda cadena de televisión española, pinchando aquí podéis ver el documental, nos presenta a través de las voces de varios personajes mayores de 60 años que vivieron su juventud durante el franquismo, lo que esto supuso para ellos y cómo son sus vidas actualmente.
Un tema interesante y una realidad que permanece fuera de los circuitos de prensa y publicidad, dirigidos a otros colectivos de homosexuales con intenciones más consumistas y menos preocupadas por los derechos de estos otros colectivos de homosexuales más marginados.
En España existen aproximadamente unos dos millones de homosexuales mayores de 60 años. Fueron discriminados durante el franquismo y ahora sufren el estigma de ser mayores y gays. Son incluso discriminados dentro del propio colectivo homosexual pues no cumplen con los estereotipos en boga, dictados a menudo por una sociedad heterosexual y homófoba que define "etiquetas" aceptables pero que son asumidas como propias, en el ejercicio libre de sus logros personales y libertades sociales por el colectivo homosexual, estereotipos que son muchas veces motivo de discriminaciones internas cuando se enfrentan con la diversa realidad que nos define, a saber: urbanitas, cultos, jóvenes, y de alto nivel adquisitivo.
Todos los personajes entrevistados nos hablan de estrategias de ocultación para evitar ser perseguidos o verse expuestos a la vergüenza pública, como acudían a sitios de encuentro secretos y disimulaban sus gestos para no hacerse evidentes; todos hablan de soledades y de efímeros amantes secretos cuyo recuerdo permanece solamente en las fotos que guardan de ellos, que no duraban mucho tiempo en parte por la presión social a verse descubiertos como pareja; algunos de ellos desde su soledad actual sueñan con la posibilidad de besarse en público con una pareja.
El escritor Álvaro Pombo de 66 años señala que esta represión franquista hacia los homosexuales no se diferenciaba mayormente de la que sufrían los homosexuales en otros países de la época. Él mismo fue despedido de un colegio del Opus Dei tras haber sido abordado por la policía y preguntado sobre su orientación sexual, la cual no negó. Esto llegó a oídos del director del colegio y fue despedido por ello.
No obstante el también escritor y colaborador de la revista Zero, Eduardo Mendicutti, afirma que los poderosos de la época siempre pudieron sortear la ley de mejor manera que aquellos más desamparados socialmente.
Aún así en titulares de prensa a finales de los setenta aparece el electroshock como terapia de curación de la homosexualidad y en los Tribunales de peligrosidad social, los encausados se enfrentaban a planes de rehabilitación social de entre seis meses a un año con psicólogos, haciendo prácticas con sacerdotes y sobretodo con trabajo pues se consideraba que éste formaba a los verdaderos hombres.
Juan, un ex presidiario comenta como en la cárcel, a los homosexuales se les encomendaban labores de limpieza, costura, hacían de criados de los jefes y otras labores que se podrían considerar humillantes. Los últimos presos por ser homosexuales salieron libres en el año 1979 en España pero no fue hasta muchos años después de instaurada la democracia que los expedientes de estas personas fueron destruidos.
VIH-SIDA y vejez
El documental también da voz a través de Fernando, activista de una ONG de seropositivos y de José, a la realidad de los escasos supervivientes a la primera oleada de la pandemia que llegan ahora a su vejez.
José nos habla de aquellos primeros años sin medicamentos, del terror que suponía la absoluta ignorancia sobre la enfermedad.
Fernando nos habla de su pareja que tras quince años de relación falleció en el año 90 debido a la enfermedad. Él mismo es seropositivo desde el año 1988. Su relación en aquel entonces no fue reconocida y pocas cosas le quedaron de él ya que no le asistía ningún derecho. Ahora arrastra problemas de lipodistrofia y habla sobre el miedo a la muerte, su proximidad, las depresiones e incluso ideas de suicidio en los momentos bajos.
Ambos reclaman la comprensión de los jóvenes que actualmente han encontrado un terreno de libertades y mejores oportunidades que fue abonado por ellos en muchos campos con el propio sacrificio de sus vidas y consideran que por otra parte los jóvenes están pediendo esta valiosísima fuente de información que puede servir de referencia a las generaciones actuales para tomar mejores decisiones en sus vidas.

Así por ejemplo hablan de la supuesta promiscuidad innata propia de los homosexuales y de la inestabilidad afectiva como consecuencias del entorno de represión que les tocó vivir más que de una libertad conseguida, de cómo esto en realidad no venía a ser más que una estrategia de ocultación para pasar desapercibidos y que hoy en día ha traído estas consecuencias de soledad y la imposibilidad de haber vivido una vida de pareja más “normal” que muchos hubiesen deseado.
Algunos se encuentran desencantados como Mª Gloria a la que gustaría tener pareja o poder haberse casado y pide ahora no tener demasiadas enfermedades en la soledad de su vida.

lunes, 3 de septiembre de 2007

El sida es una enfermedad controlada

Nunca he sido un gran lector, desde luego lo mío nunca fueron las letras, jeje. Sin embargo cuando el tema me llega a “enganchar” por los motivos que sea, suelo leerme los libros de un solo tirón.

Desde que supe de mi diagnóstico (principios de 1994) me dediqué en primer lugar a leer toda la información técnica que pudiese sobre la enfermedad, las peculiaridades de este virus, la conveniencia o no de los tratamientos, su efectividad en aquellos años, la toxicidad...


Recuerdo la anécdota con el primer médico que me atendió , que tras haberme dicho con una cara de tragedia y solemnidad que supongo aprendidas en estos profesionales para notificar la noticia más trágica como puede ser la muerte inminente o una enfermedad incurable, que el estado de mi enfermedad era muy avanzado y recomendarme el inicio de la terapia antiretroviral (AZT exclusivamente por aquel entonces), y ante las dudas que yo le planteé sobre posibles toxicidades del medicamento (por aquel entonces las dosis masivas de AZT que suministraban terminaban provocándote la destrucción de la médula ósea con lo cual morías de anemias fulminantes mucho antes de que el virus hiciese su labor) me había contestado, en la estupefacción del momento por mi inesperada pregunta , acostumbrado a que la gente llegase desesperada por tomarse cualquier cosa que le mandasen o incluso no dudaban muchos en acudir a cualquier curandero mágico que les curase de esta peste bíblica de nuestra era, que lo único que podía decirme era que la terapia que me estaba recomendando era la que tomaba Magic Johnson, a lo que yo le contesté con otra pregunta que terminó de arreglarle el día:


"¿Qué me quiere usted decir con eso, que si yo también lo tomo me volveré negro o aprenderé a jugar al basket por arte de magia?, le estoy preguntando por la tocixidad del medicamento independientemente de quien lo tome o lo deje de tomar."


Viene esto a cuento sobre una entrevista a Armistead Maupin en pozmagazine sobre su nuevo libro Michael Tolliver lives. Sobre la cubierta dice el autor que quiso dar un efecto alegre pero maltratado ¿quizás haciendo una analogía de lo que puede ser la situación actual de muchos supervivientes a largo plazo del vih hoy en día?.


A través del popular personaje, Michael “Mouse” Tolliver, de su serie de libros de Historias de San Francisco, Armistead Maupin nos presenta la vida de un seropositivo en sus 50 años, que contrajo el vih en sus 30s y no contaba con llegar hasta aquí. Ahora vive en pareja con un chico 22 años más joven que él y experimenta los dramas de la vejez junto con los beneficios del Viagra y los efectos de unos insufribles padres ultraconservadores.


Por ciertos paralelismos obvios, el libro me atrae desde ya, aunque haya de decir para dejar constancia de mi vanidad por una parte y por otra simplemente por honor a la verdad, que no necesito aún del Viagra además que lo tendría contraindicado por lo del dichoso infarto; también porque mi pareja, Esteban esto no te va a gustar, no es desde luego 22 años más joven que yo. ¡Ni Dios lo permitiese, jajaja!!! y por último en cuanto a mis padres porque ellos fueron siempre comprensivos y adorables conmigo.


El autor, a través de la vida de Michael, examina la frustración de esos seropositivos que tienen familiares que todavía no aceptan la naturaleza de sus vidas. En otras palabras, homófobos que no aceptan su enfermedad a pesar de tener un familiar viviendo con sida durante años. Ha pasado demasiado tiempo en su opinión y deberían haberse educado, no hay excusa para esto más que la simple intolerancia. Es el caso aquí de mi queridísimo hermano que sigue sin aceptarme como homosexual después de tantos años y sigue pensando que lo mío es una especie de modernidad pasajera. Claro que debido a la distancia en la que hemos llevado nuestras vidas, su intolerancia se haga y valga la redundancia perfectamente tolerable para mí


En la entrevista, el autor menciona que en su opinión, el verdadero reto de las personas viviendo con vih hoy en día es el seguir tratando su enfermedad a diario pero también seguir atendiendo a la vida, amando sus vidas sin abrumar a las personas de su entorno.

Básicamente comparto esta opinión siempre que no olvidemos que esa pueda ser la clave para un seropositivo que haya nacido en esa mitad (geográfica que no de población) del mundo donde al menos el acceso a los tratamientos médicos y terapias son posibles. Sin entrar a discutir en mayor profundidad la calidad humana que ya no profesional de los sanitarios que los atienden y su sensibilización hacia este tema lo que determina por desgracia que en muchas ocasiones te encuentes con profesionales que cumplen su obligación con una frialdad y automatismo insufribles rayanos con otras actitudes más reprobables y difícilmente denunciables amparados como se encuentran por un sistema burocrático que preserva la inoperancia sobre la productividad y la calidad de sus servicios.
Por no mencionar también que se encuentren en situaciones de tolerancia social aceptables sin que vean mermadas sus posibilidades de superación mediante el trabajo, el estudio o el acceso a créditos; que puedan ver satisfechas sus vidas afectivas, en fin, tantos aspectos que no supusiesen más inconvenientes de los que supone para el resto de la población el vivir con una enfermedad cualquiera. Pues es ahí, en esa diferencia donde está el dolor y la frustración a la que nos enfrentamos a diario. Con todas estas premisas estoy de acuerdo entonces con el autor en cuanto a que esto es hoy en día una enfermedad que requiere relativamente poco esfuerzo para seguir adelante.
Asegura que incorporó en su narrativa la problemática del sida no dejándolo en los umbrales de la vida gay precisamente para no estigmatizarlo mediante la ocultación dentro de la cultura gay. Coincido en esto plenamente pues es algo que siempre he creido percibir en el "ambiente" respecto a este tema, se pasa por él de soslayo, está ahí pero resulta innegable la incomodidad que supone para muchos homosexuales abordar este tema con naturalidad. Durante muchos años hubo una especie de acuerdo en negar el tema, quizás una reacción de pánico y rechazo a verse reflejados como colectivo de riesgo hizo que no resultase "políticamente correcto" sacar este tema entre homosexuales. Sacar este tema suponía levantar suspicacias de las que nadie se quería sentir objeto ni por activas ni por pasivas.Hoy día se da por hecho que esto es un tema controlado y continúa evitándose hablar abiertamente del tema



Por último nos habla también en esta entrevista de las nuevas generaciones de seropositivos que muchas veces ignoran las batallas que tuvieron que luchar sus predecesores, el pánico en estado puro que se vivía entonces donde la meurte era inmediata y no sabías qué estaba causando aquello para que ellos se puedan encontrar ahora quizás demasiado despreocupados a veces sobre algunos temas, como por ejemplo el barebacking dando por sentado que el sida hoy día se limita a una enfermedad como cualquier otra donde con una pastillita al día das por zanjado el asunto
Maupin comparte su vida ahora con una persona de 35 años seropositiva a la que no incluye sin embargo en este estereotipo que se forma a veces sobre las nuevas generaciones. Dice de él que es una persona disciplinada que cumple rigurosamente con sus medicaciones, lleva una vida sana, practica yoga y cuida por tanto por su propia salud como la de él, que intenta ser una buena persona cada día y que por eso cree que está en control de su enfermedad.