jueves, 29 de noviembre de 2007

¿Es clasista el VIH?: Adherencia y factores socioeconómicos




Existen numerosas referencias que vinculan factores sociales con la evolución de diferentes enfermedades en determinados grupos de población.
Recientemente un grupo de investigadores de la Escuela de Salud Pública de Yale han desarrollado un estudio donde intentaron llegar a una conclusión sobre si el estado socioeconómico de una persona podría afectar al desarrollo de la terapia inicial del VIH. La conclusión a la que han llegado parece indicar que efectivamente han encontrado una relación entre el status socioeconómico del paciente y la aparición del primer fallo al tratamiento.
Para definir el status socioeconómico de una persona se utilizan generalmente uno, o la combinación de varios de estos tres factores: ingresos, educación y trabajo. La Dra. Linda Marc, autora principal de este estudio afirma que: “La gente pobre en general, se enfrenta a un mayor número de pequeños problemas diarios, por ejemplo, pudieran no tener el importe para un pasaje de autobús que necesiten, y el stress es conocido como un modulador del sistema inmune”. El grupo de la Dra. Marc escogió los antecedentes educacionales de la persona para ver si este factor podría servir como predictor en la evolución al tratamiento de un paciente de VIH.
Examinaron personas HIV positivas que nunca habían tomado medicación antiretroviral; después de iniciar el tratamiento, aquellos con niveles educacionales más bajos alcanzaron antes el primer fracaso del tratamiento con respecto a los participantes que tenían estudios superiores. También los usuarios de drogas intravenosas junto con personas de raza negra, dos grupos que estadísticamente presentaban menores niveles de escolarización, fueron asimismo grupos de mayor riesgo para alcanzar ese fallo terapéutico. (Revista
Poz).
Un grupo de investigadores españoles en un estudio publicado por
GESIDA, establecieron una serie de recomendaciones para mejorar la adherencia al tratamiento antiretroviral, confirmada ésta como factor primordial en la respuesta antiviral y variables clínicas como evolución a SIDA y mortalidad.
Este grupo admite que aunque no exista una definición standard para definir la adherencia a un tratamiento, en el caso del VIH, ésta viene a ser “una capacidad que permita implicarse en el estricto cumplimiento del mismo. No se refiere simplemente a un porcentaje de dosis no tomadas, sino que implica un complicado proceso que se desarrolla en varias etapas: aceptación del diagnóstico, percepción de la necesidad de realizar el tratamiento de forma correcta, motivación, disposición y entrenamiento de habilidades para hacerlo, capacidad de superar las dificultades que aparezcan y el mantenimiento de los logros obtenidos”.

Factores que determinan una mejor adherencia al tratamiento.

Reconocen una serie de agentes que determinan una mejor adherencia entre los que reconocen factores asociados al individuo, a la propia enfermedad, al régimen de tratamiento y a los equipos asistenciales y personal médico.
Entre los factores asociados al individuo, señalan como determinantes la ausencia de apoyo social o familiar, niveles socioeconómico o educativo del individuo, vivienda inestable, uso de drogas, alcoholismo, depresión o ansiedad así como la comorbilidad psiquiátrica, sexo, raza, etc.
Relacionados con el régimen destacan la mayor o menor complejidad del mismo, interferencia con hábitos u horarios, bien de trabajo o en el contexto de la propia vida social del individuo que motiva incumplimientos en la tomas o en los horarios prescritos, requerimientos dietéticos relacionados con la terapia y las tomas, aparición de efectos adversos que pueden llevar a una interrupción del tratamiento por parte del paciente por desconocimiento de la relevancia clínica de estos efectos, repercusiones psicológicas relacionadas con los cambios morfológicos inducidos por el tratamiento.
Dicho así entonces, resultaría fácil contestar la pregunta inicial de este escrito. El VIH se alimenta no solamente de las estrategias de este virus para destruir nuestras defensas sino también de una serie de circunstancias que trascienden al individuo o al mismo virus.
Carencias que tienen que ver con el conocimiento que se tiene acerca de esta enfermedad, tanto por parte del individuo afectado como de la sociedad en la que éste ha de sobrellevar la enfermedad, de las falsas creencias que en diferentes tiempos han jugado en direcciones opuestas y siempre en contra del paciente, desde afirmar que éste era una especie de apestado hasta la otra más en boga recientemente de que esto es una enfermedad controlada que no requiere prácticamente ninguna exigencia. Una postura que lejos de resultar normalizadora respecto a la enfermedad, minimiza o ignora los inconvenientes y favorece así, conductas de riesgo. Una sociedad que considera que ya dispone de información suficiente, reafirma con esta actitud el mantenimiento del estigma y la incomprensión gracias al mantenimiento de ideas erróneas. Se deben exigir planes de prevención e información adapatados a cada sector social para que la información resulte asequible y eficaz. La educación en este tema como en cualquier otro, será la única arma eficaz para controlar y normalizar esta enfermedad.

sábado, 17 de noviembre de 2007

¿Quién teme a la muerte?


“¿Cómo puede temer la muerte quien no teme el haber nacido? Y quien teme el haber nacido ¿por qué teme la muerte?... ¿Qué razón halla el hombre mortal de temer lo que es? ¿De qué sirve temer lo que no se puede evitar? Fuerza es que quien teme la muerte tema la vida, porque toda la vida es muerte…
Grande es el desacierto de los hombres: cuando tienen salud, ni temen la muerte ni se acuerdan della; en perdiendo la salud y enfermando, temen la muerte, como si la salud propia no fuera enfermedad incurable, y no mirara á todos el forzoso que ni años cuenta ni se embaraza en grandezas ni desprecia humildades… No es la muerte cosa forastera; con nosotros nace y crece y vive…”

Francisco de Quevedo Villegas




Recordaba como años atrás, la simple idea de la pérdida de alguno de sus seres queridos más cercanos, aquellos que componían el núcleo familiar de sus padres y hermano, le provocaba una sensación de angustia inaguantable que no le dejaba respirar. Imaginaba tan terrible el dolor que se consideraba incapaz de soportar la sola idea de ello. Recordaba la primera vez que esa idea había pasado por su cabeza.
Fue tras la muerte de un empleado de su padre cuando contaba apenas unos cinco años. Habían ido al velatorio del difunto en su casa. Se vio, entre rezos, lloros, cuentos, tragos y canapés que los familiares y amigos del fallecido, completamente extraños para él, repetían sin cesar. Aquella experiencia hizo que los días posteriores se plantease por primera vez, el tema de la muerte.
Había llegado a la conclusión de que eso no le ocurriría jamás a él, él era inmortal. Cuando llegó a esta conclusión se planteó entonces que ocurriría con sus seres más queridos y terminó imaginándose un mundo en el que se encontraba rodeado únicamente por extraños a los que no conocía de nada. La posibilidad de que aquello llegase a ser real, produjo tal rechazo que no volvió a pensar en ello durante muchos años, y cuando volvió a ocurrir nuevamente, siempre terminaba apartando ese pensamiento, como una estrategia natural que todos utilizamos para sobrevivir al día a día, sin sobrecargarnos innecesariamente con problemas que no requieren una atención inmediata. Solucionando aquellos más cotidianos que requieren soluciones más sencillas, si es que a veces se les pueda llamar así.
Ahora desde la distancia que da el tiempo y tras las sucesivas pérdidas, hasta casi completar ese núcleo, este recuerdo llegaba incluso a dibujar una leve sonrisa en su rostro al acordarse de aquella persona que una vez fue, y en la que por momentos le resultaba difícil reconocerse pasados los años. Era una sonrisa que provocaba la imagen de incredulidad de aquella persona, incomprensiblemente extraña para él en este momento, acerca del dolor que sería capaz de soportar, su falta de confianza en la capacidad para superar ese dolor y seguir adelante y como el destino le había deparado la oportunidad de someterse a esa prueba.
Ahora, tres años después de la muerte de su madre. Pasadas las muertes de su padre y su sobrino mayor, que se había criado en la casa familiar tras el divorcio de sus padres. Con su hermano, como únicos sobrevivientes de aquel núcleo familiar y con el que, entre la distancia y las diferencias que mantenían en tantos aspectos, hacían que la relación fuese prácticamente nula. Esa relación no pasaba ahora de ser mucho más que una regular llamada de teléfono incómoda de vez en cuando, que tenía que aguantar más tiempo del deseado muchas veces y que en ocasiones terminaban bruscamente ante cualquier malentendido o diferencia que surgía en la conversación.
Con esas pérdidas vinieron otras más, las de los amigos de su niñez y juventud, compañeros de estudios… Al cambiar de país dejó atrás gran parte de su vida. También se perdieron parejas con las que vivió años de su vida y aquellos amigos que se llevó el sida antes de lo que había decidido llevárselo a él. Aquel mal sueño de la niñez había llegado a hacerse real.
Sin embargo, desde este momento de su vida, todo aquello dibujaba esa sonrisa que solo se puede llegar a formar en el rostro de alguien a quien todo eso, una vez vivido, no ha dejado afectado hasta el grado de haber llegado a impedir que tras esas pérdidas, una vez superados los duelos, hubiese podido formar nuevamente un núcleo en el que sustentaba sus problemas y sus alegrías cotidianas, con el que se sentía satisfecho y el que nunca hubiese llegado a imaginar en tantos aspectos, dadas sus circunstancias.
Es cierto que todas esas personas que lo rodeaban ahora no habían sido testigos de su pasado, se había liberado completamente de sus raíces, para bien y para mal. Era esto algo, que en ocasiones le resultaba difícil de llevar, le hacía sentirse desorientado e inseguro. Sin embargo, había intentado aprender a disfrutar también de los beneficios que esto podía suponer.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Cumbres borrascosas


Cada quien se explica por si mismo y Chávez sin duda no es una excepción. Con el incidente ocurrido en la clausura de La XVII Cumbre Iberoamericana en Chile, se explicó para mí, no sólo Chávez sino también todos los demás participes en esta incidencia. Sin embargo, esta anécdota desafortunada, no debiera por otra parte deslucir los importantes logros obtenidos en esta Cumbre, una Cumbre organizada por políticos y a pesar de lo desvirtuada que parece estar esta profesión a nivel general visto lo visto, no creo que se merezca algunos comentarios xenófobos, vertidos por algún comentarista del tres al cuarto, famosillo de la televisión española respecto a lo "coñazo" e improductivas que suelen resultar estas reuniones suramericanas.


En el caso de Zapatero, lamento que como la mayoría de los políticos y desgraciadamente más veces de las deseables, se hay dejado llevar por ese peligroso juego oportunista de captar las simpatías electorales y se haya acercado a Chávez sin tomar en cuenta la verdad del personaje, la cual sería de justicia reconocer que debería conocer de antemano; caso contrario supondría una ignorancia que no sería de recibo tampoco. Con la intención de ganarse las simpatías del pueblo español por aquello de restituir los puentes de amistad y cercanía con Latinoamérica que el Sr. Aznar había dejado en segundo plano, atraído por la clarividencia de ese otro personaje bastante siniestro también como era y sigue siendo el Sr. Bush con su guerra de Irak y que tan terribles consecuencias produjo también en España con los atentados de Madrid. Aprovechando, de paso, las oportunidades de negocio que un megalómano como Chávez pudiera brindar; independientemente de lo ético del asunto, como así fue con la venta de armas a Venezuela en la que por aquel entonces Chávez agradecía al Rey, al Presidente "y a toda España, por resistir el atropello, los intentos de atropello y la falta de respeto del Gobierno imperialista de EE UU".(
ver artículo del País)

En cuanto a la intervención del Rey, aunque comprensible para mí, que acepto que la insistencia grosera de Chávez, preguntando sin esperar respuesta de nadie, cegado simplemente por su ansia de protagonismo, me haría perder los nervios. No llego a comprenderla en una persona que se le supone una educación privilegiada, que debería haber sabido demostrar su veteranía y antigüedad como único representante que ha asistido a todas las Cumbres. Sin embargo, no ha sabido mantener su lugar y responder a la grosería con argumentos, como si estaba haciendo Zapatero en ese momento, sino que más bien, con una actitud de prepotencia un tanto anacrónica que recuerda la de algunos de sus antepasados. Haciendo por otra parte, un desaire a todas las demás personas implicadas en esa Cumbre, con su retirada.

Aún así, estoy de acuerdo sin embargo en que ese “¿Por qué no te callas?”, resume un sentimiento cada vez más generalizado a nivel internacional respecto a la figura de Chávez. Un payaso fanfarrón que con su incontinencia verbal va dejando constancia de su educación y su ignorancia política al continuar insistiendo ahora que el “Señor Rey” no ha sido elegido democráticamente.
El pueblo español votó mayoritariamente la Constitución de 1978, aunque haya sectores que reconocen presiones en ofrecer la Monarquía o el regreso a la dictadura como únicas opciones viables, dejando de lado la República. Aceptó así la Monarquía parlamentaria como forma de Gobierno, independientemente de la opinión que pueda merecer esta opción pero en la que el Rey no se ocupa de la política internacional sino que es el Ministerio de Exteriores del Gobierno el encargado de las relaciones internacionales. Acusando desde esa ignorancia o desde un ínterés enfermizo en erigirse en el nuevo Libertador de las Américas con su actitud ante el Rey, de ser éste, conocedor y partícipe del intento de Golpe de Estado contra él durante el gobierno de Aznar. Olvidando así con su crítica moralizante a esos supuestos apoyos golpistas en su contra, su propio pasado, como si él estuviese libre de esos pecados de ambición por llegar al Poder eludiendo las urnas electorales...

También es lamentable por otra parte que la voz de Chávez y otros de parecida catadura, sean las únicas que denuncian algunas actuaciones de multinacionales españolas en Suramérica que deberían ser investigadas para que no se pudiese pensar que en esto de las relaciones internacionales los intereses económicos son los que prevalecen, independientemente de la orientación política o la supuesta ética de los Gobiernos en estas actuaciones.


En fin, que estamos sembraos con esto de la Política….Y el mundo va como va!

lunes, 5 de noviembre de 2007

La visita de Daniel y Harlene





Vuelvo por aquí después de un tiempo sin escribir. Quizás debiese haberme explicado y decir los motivos por los que estaría lejos de estas páginas, me justificaré diciendo que no domino los protocolos de este particular mundo y continúo…

Había esperado con expectación la llegada de D. y H. y también con cierto temor a no estar en buena forma suficiente para soportar el plan de viaje que tenían previsto en su visita a España.
Desde el infarto a principios de año no me he encontrado en buena forma, no he cumplido con las recomendaciones de caminar a diario, ni he dejado de fumar por completo, al menos no, mis pitillitos de la risa.

Habíamos hablado varias veces por teléfono y la idea era que se acercarían hasta Galicia, haríamos un recorrido hasta Portugal, de ahí a Barcelona una semana y luego Granada y Sevilla hasta primeros de Noviembre, a tiempo para celebrar con Esteban nuestro segundo aniversario, juntos. Veinticinco días en total recorriendo España de un lado para otro y con ansias de conocer sitios. Se me antojaba que a mitad de camino acabaría reventado lamentando haberme embarcado en este proyecto, incapaz de mantener el ritmo, quizás por eso también evité mencionar nada en este blog antes de empezar el viaje. Temía de alguna forma que desvelar mis miedos aumentase las posibilidades de que éstos se convirtiesen en realidad o que mis expectativas no se cumpliesen como las había construido en mi imaginación.

La primera semana por Galicia y Portugal estuvo bien, se me hizo tranquilo y relajado en la medida que la mayor parte del viaje lo hicimos en coche sin transportar las maletas de un lado para otro y sin caminar excesivamente. De todas formas, me sirvió como precalentamiento así como también fue una primera toma de contacto después de casi veintiséis años sin haber mantenido una comunicación mínimamente fluida con ellos en todo ese tiempo. Simplemente en las breves visitas, tres en total que les había hecho cada vez que regresaba a Venezuela y por escasos días. No temía que el tiempo o la distancia hubiesen roto nuestra amistad, pero aún así y con los acontecimientos que han ocurrido en estos años en el país, cabía la posibilidad que algo nos hubiese distanciado más allá de lo que me pudiese haber imaginado. Afortunadamente nada de esto parecía ser así.

Al llegar a Barcelona coincidimos con un problema en las obras del AVE (tren de alta velocidad) que nos obligó a perder unas dos horas moviéndonos de estación en estación, haciendo trasbordos alternativos de metro, arrastrando maletas por interminables pasillos y subiendo y bajando escaleras hasta el agotamiento. Todo esto después de una buena madrugada para estar a tiempo en el aeropuerto ya que habíamos reservado en el primer vuelo de la mañana para aprovechar ese día ya en la ciudad. Así fue que en uno de esos trasbordos me dejé olvidada la mochila de mano en la que había decidido llevar los medicamentos para evitar una posible perdida en el equipaje que había facturado. Empezaba bien el viaje, en un momento pensé en todas las posibilidades de lo que ocurriría a partir de ese momento: suspender todo y regresar inmediatamente a buscar la medicación a mi hospital de referencia, eso fue lo menos trágico.
Nada más llegar al apartamento hicimos la reclamación en objetos perdidos del metro y llamé a mi doctora para que me recomendase sobre qué podría hacer en esta situación. En objetos perdidos me contestaron que hasta el día siguiente no recibirían nada para su entrega y Fina, la enfermera de mi doctora me contestó que sin ningún problema me acercase hasta cualquier hospital y pidiese la medicación por el tiempo que tenía planeado de viaje. Suspiré aliviado al oír esto pues de pronto significaba que no tendría que suspender nada. Así que esperaría tranquilamente hasta el día siguiente para ver si aparecía la mochila, aunque no guardaba muchas esperanzas de ello.
Efectivamente al día siguiente la mochila no apareció, así que aprovechamos para acercarnos hasta el hospital Vall de Hebron a buscar los medicamentos y continuar luego a visitar el Parque Guell que quedaba cerca en el camino. D. y H. se quedaron asombrados, al igual que yo he de admitirlo, por la facilidad con la que conseguí que me diesen nuevamente las medicinas, no perdimos mucho más de una hora y ya estaba todo solucionado. Todo esto tomando en cuenta además el alto costo de los medicamentos. En segundo plano, quedaba la pena ahora de la pérdida de la maquina de fotos, de todas formas había pensado en cambiarla por una nueva y con esa idea intenté minimizar el sentimiento de pérdida.
La semana en Barcelona fue frenética. Caminamos la ciudad sin parar todos los días que estuvimos en ella: gran parte de La Diagonal, Travesera de las Corts, Plaza Cataluña; mirando todo tipo de tiendas, grandes y pequeñas, de artesanías a objetos de decoración o ropa y los magníficos edificios modernistas como posesos. Ramblas, El Rabal, Barrio Gótico, el Puerto, visitando cuantas atracciones turísticas se nos cruzaban por delante y nos apetecía ver o visitar: el acuario, Torre de Colón, Museo Picasso, La Pedrera, La Sagrada Familia, el Parque Guell y aguantando las colas de gente que se formaban en la mayor parte de los sitios, formadas por hordas infinitas de turistas venidos de todos los rincones del mundo.
Por momentos pensé que sería incapaz de aguantar el ritmo de toda esa locura, pero poco a poco, animado por la emoción de la visita a la ciudad que me encanta y por supuesto por el reencuentro con estos dos amigos con los que poco a poco íbamos descubriendo de nuevo que los lazos y las vivencias que nos unen no se romperán fácilmente nunca y que nos convierte en esa familia elegida que forma uno con determinados amigos o parejas; mis ánimos y mis fuerzas parecían mejorar día a día, dejándome llevar por la emoción de revisitar esos sitios y en la compañía que lo estaba haciendo.

Granada fue mágica, me encantó la ciudad vieja, el Albaicín y la Alambra, el apartamento que alquilamos en el barrio de Realejos, antiguo barrio judío de la ciudad. Aunque ya todos acumulábamos cierto cansancio, la belleza de los lugares que visitábamos nos alentaba a continuar, embobados con la visión de mil y un rincones de ensueño que parecían sacados de un cuento de las mil y una noches. Definitivamente es una ciudad para soñar con volver y vivir al menos una temporada en ella, sin importar que ese sueño se convierta en realidad, el sueño en sí es motivo suficiente para desear seguir viviendo. Todo esto ayudaba a que cada vez más fuésemos descubriéndonos lo que había ocurrido en nuestras vidas durante estos años, con más detalle e implicándonos más íntimamente en los comentarios.















Cuando llegamos a Sevilla, el cansancio hacía que a pesar de la monumentalidad de la ciudad, me apeteciese más descansar que visitar o conocer sitio alguno. Aún así nos dimos unos cuantos recorridos por la orilla del río al atardecer y por la isla mágica, donde estuvo la exposición del 92 que valieron la pena e hicieron honor a aquel dicho de que Sevilla tiene una luz especial…
Por otra parte se acercaba ya el momento del final del viaje, el final de aquella fantasía que cada uno, todos de manera diferente estábamos viviendo juntos como si estuviésemos viviendo una experiencia única que nos unía y nos llevaba otra vez más a lo que una vez fuimos. Por momentos me encontraba intentando evitar la nostalgia que ya empezaba a sentir al echarlos de menos una vez que todo esto hubiese acabado. También por otra parte sentía la necesidad de regresar a la tranquilidad y la rutina de mi vida diaria, de aprovechar estos ánimos renovados gracias al viaje para continuar con los buenos propósitos de recuperación física.
A estas horas seguramente ya estarán alojándose en algún hotel cercano al aeropuerto para continuar viaje mañana por la mañana hasta su casa. Atrás queda toda esa vorágine de imágenes y lugares grabados en la memoria, esas charlas hasta la madrugada con D. mientras él se bebía su botella de rigor y yo le acompañaba fumando unos canutos, como solíamos hacer en nuestros años de universidad, como si nada hubiese cambiado, aunque ambos sabíamos que aquello nunca volverá, pero satisfechos de comprobar que a pesar de los años y la distancia, ese sentimiento de amistad se había fortalecido nuevamente con esta visita.